En nuestro primer artículo, dedicado a la timidez, mencionábamos la empatía como una de las cualidades de los tímidos, pero… ¿qué es la empatía?

La empatía es la capacidad de sentir en carne propia lo que sienten los demás; de participar afectiva y emotivamente en la realidad de los otros, y al mismo tiempo, de transmitir comprensión y calidez. 

En definitiva, la empatía es la capacidad de ponerse en su piel, en sus zapatos.


La empatía implica entender lo que los demás nos cuentan no sólo a través del lenguaje verbal, sino también a través del lenguaje corporal. Implica saber observar, escuchar, atender pero también saber expresar equilibradamente nuestras propias emociones. Porque para llegar a sintonizar con los otros es necesario acompasar actitudes y acciones, las suyas y las nuestras.

Seguramente porque para tener empatía hay que saber ponerse en segundo lugar y dejar que sea el otro el protagonista, la empatía ha sido considerada siempre una cualidad típicamente femenina. Una cualidad con la que las mujeres nacen, la supuesta “intuición femenina”, desarrollada luego gracias a su papel como madres y cuidadoras.

Pero la realidad es que todos podemos ser empáticos.

Ya durante los primeros meses de vida, aprendemos a imitar las expresiones que observamos en los demás: el bebé sonríe cuando le sonrían, llora cuando ve llorar. A partir de los dos años ya es capaz de percibir el dolor ajeno: manifiesta cierto grado de empatía. Será la educación que reciba la que le permita desarrollar más o menos ese potencial: 
  • Si los adultos se muestran indiferentes cuando el niño ríe, llora o desea que lo abracen, el niño aprenderá a dejar de expresar sus emociones.
  • Si ante comportamientos inadecuados del niño simplemente le reprendemos en lugar de hacerle ver las consecuencias de sus actos en los demás, les enseñamos indiferencia.

¿Para qué la empatía?

Cada vez es más evidente que en nuestros días todos hemos de saber conjugar en una misma frase intelecto y sentimiento, razón y corazón. Por ello, es un error minusvalorar la empatía considerándola una cualidad contrapuesta a otras consideradas más “masculinas” como la lógica, la confrontación o la competitividad.
Y es que la empatía es la llave para el éxito social:

  • Nos ayuda a evitar y solucionar conflictos. A reconsiderar nuestros puntos de vista y aceptar las críticas como algo constructivo.
  • Mejora la comunicación: cuando nos mostramos comprensivos conseguimos que el otro se exprese más abiertamente. 
  • Obviamente, nos ayuda a tener más amigos, a llevarnos mejor con nuestra familia y a tener un mejor ambiente en nuestros trabajos lo que repercute en nuestro bienestar, en nuestro nivel de satisfacción vital.

¿Cómo ser más empáticos?

La empatía es algo tan fácil de decir como a menudo  difícil de conseguir: es respetar y comprender. Por suerte, como casi todo, la empatía se aprende, y una vez aprendida se desarrolla y perfecciona si la aplicamos cada día en todos los ámbitos de nuestra vida:

  •  Aprende a escuchar: asume que tú no eres el centro del Universo.
  •  Sé más receptivo. Abre tu mente a la realidad de los demás. Olvida tus prejuicios, deja a un lado ideas preconcebidas. No todo el mundo tiene por qué reaccionar como tú ni sentirse igual que tú ante las mismas cosas.
  • Muéstrate cercano pero con naturalidad. Mira a los ojos, muéstrate atento y no reprimas tus emociones, pero hazlo sin aspavientos, con sinceridad.

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